28 octubre 2006

Burbujas de Amor: El problema del Credit Crunch

Hace unos días se publicó la magnífica noticia de que en el último año el precio de la vivienda en España había subido solo el 9%. Es fantástico ¿verdad? Solo el 9%.

Desde luego se "vendió" como una buena noticia pero yo sigo preguntándome dónde está la buena noticia. Es cierto que acostumbrados a las escandalosas subidas de los últimos 20 años (sí, ¡20 años!) un 9% parece una excelente noticia. Pero, desde el punto de vista social, el nivel de precios de la vivienda y el ritmo al que siguen creciendo (muy por encima de la inflación) resulta muy preocupante.

De todos modos, que nadie se lleve a engaños. No sé si a esto lo podemos llamar burbuja inmobiliaria, pero lo peor que nos podría pasar es que estallara y el precio de la vivienda (y de las construcciones en general) se viniera abajo.

A estas alturas del partido las familias se han hipotecado hasta límites históricos y los tipos de interés están subiendo, es decir, las cuotas de las hipotecas son más elevadas. Habrá familias que empezarán a tener dificultades para llegar a final de mes y las entidades financieras empezarán a registrar índices de morosidad más elevados.

A un banco ya le hace poca gracia tener que embargar un piso para cobrar el importe del préstamo pendiente en caso de impago, pero menos gracia le hará si, al haber estallado la burbuja inmobiliaria, el valor del piso embargado resulta inferior al importe pendiente de la hipoteca y, por lo tanto, no puede recuperar el 100% de lo que le queda pendiente de cobro.

Si alguna vez llegamos a esta situación (esperemos que no) las entidades financieras restrigirían de tal modo el crédito (credit crunch) que el problema no sería el precio de la vivienda, sino su financiación. Y esto no solo se produciría para los préstamos hipotecarios, sino que afectaría a toda clase de préstamos por lo que no solo se vería afectado el mercado inmobiliario, sino que el consumo en general caería, afectando a todos los sectores de la economía, provocando una caída generalizada de precios, reducción de la producción y, por tanto, también del empleo, lo que nos llevaría, incluso, a una mayor caída del consumo y así sucesivamente. Como los precios estarían cayendo, además, el adelanto del consumo en el tiempo perdería valor en el contexto económico, ya que los consumidores esperarían a que los bienes a consumir fueran más baratos, lo que agrava aún más la situación.

La solución a esta espiral de deflación provocada por un hipotético estallido de la burbuja inmobiliaria es realmente difícil. Aunque dependiera del Banco de España (habría que ver cual sería la postura del Banco Central Europeo en este caso) bajar los tipos de interés no estimularía el consumo, pues el problema no es del precio del dinero, sino de la disponiblidad de dinero en el mercado, ya que los bancos no estarían dispuestos a asumir riesgos.

De hecho, tan difícil es la solución del problema de la deflación que en Japón (en otro tiempo economía milagrosa) llevan más de 15 años de crisis por esta causa, pese a los tipos del 0,1% que se han estado aplicando.

En definitiva, hay que desear que el precio de la vivienda siga aumentando, aunque, a poder ser, de manera moderada, por favor.